La Argamasa

(TIEL) Módulo VI Focalización

Consigna cuatro Escribir un relato a la manera de Faulkner en Mientras yo agonizo. Pensar en una situación de la que puedan dar cuenta varios personajes, como protagonistas o testigos. La situación debe desarrollarse a medida que el texto avanza gracias a los monólogos de los personajes que alternativamente narran desde su punto de vista en primera persona. Por ejemplo: la lectura del testamento de una mujer ante sus herederos. La situación puede estar relatada desde la mujer que antes de morir imagina la escena, por el abogado que lee el testamento, por alguien que entra circunstancialmente a servir café y a retirar el servicio, por los propios herederos. Extensión máxima: cuatro carillas, aproximadamente.

1.

«Charly» 

Por suerte salió todo bien. Gracias a que hice de campana pudieron levantar al guacho. Si no hubiera sido por mí, todo se iba al carajo. Me paré en la esquina de la casa y me quedé ahí parado, haciéndome el boludo. Pero si no fuera por mí, no sé qué hubiera pasado. El Jony dijo que controló todo desde otro lugar, aunque me parece no es cierto. Es un chamuyero que se la tira de profesional. La verdad que Moneda es medio boludo, pero se portó. Y la Peti también estuvo bien. Entre los dos pudieron subir el pendejo al auto cuando salía de la casa.

«Jony»

Es cierto que yo lo tenía todo preparado, hasta el último detalle. Pero con estos boludos nunca se sabe qué puede salir mal, porque no habían hecho algo así antes.  Charly solo tenía que estar parado en la esquina mirando si venía alguien; algo bastante sencillo. No es de confiar, no tiene muchas luces y es el primer laburo que hacemos juntos. En cambio, Moneda y la Peti estuvieron bastante bien, porque siguieron al pie de la letra lo que yo les dije que tenían que hacer. Una vez que levantaron al chico, los seguimos a una distancia prudencial con Charly. Previamente les había marcado cuál era el camino que tenían que hacer hasta acá.

«Moneda»

Lo hicimos bien; lo levantamos muy rápido al guacho. Charly estaba de campana en la esquina, haciéndose el boludo. La verdad que yo hice bastante y el resto muy poco. Me tendría que tocar más guita a mí que al resto. El Jony se hizo el que daba órdenes, pero no se la jugó y estaba estacionado como a dos cuadras de la casa. Estaba ahí porque decía que había que ver todo a la distancia; aunque me parece que es medio cagón. El laburo jodido lo hice yo y me salió bien. Fue bastante rápido. Después Jony nos siguió en el otro auto con Charly.

«La Peti»

El Jony lo manejó re bien, planificó todo y salió como dijo. Nos dijo qué teníamos que hacer y a dónde había que llevar al pendejo. Con el Moneda no le dimos tiempo para que hiciera nada, porque ni bien salió de su casa lo abordamos. Todo fue como Jony había dicho. Suerte que le pusimos la venda y que no lo dejamos gritar, lo sorprendimos. El Charly estuvo medio boludo, se quedó un poco atrás. Pero después se despabiló y el Jony lo subió al auto. Ahora nos tienen que pagar por el guacho, pero el Jony sabe cómo hacerlo. No estoy preocupada.

2.                                                       

«Charly»          

¿Qué carajo pasa? No lo entiendo… Jony dijo que en dos días iba a estar todo listo y que al tercer día íbamos a estar de joda, llenos de guita. Ya pasaron cinco días y la guita no aparece. Me quiero ir, ya no aguanto más, estamos en el medio de la nada. No sé si el Jony nos dice algo y pasa otra cosa… Además, ¿qué vamos a hacer con el pendejo si el viejo no nos da la guita que pedimos? Mañana me voy a la mierda, ya está, lo tengo decidido. No quiero quedar pegado por culpa de estos pelotudos.

«Jony»

El tiempo pasa y eso no es bueno. Cuanto más tiempo pasa, más expuestos quedamos. Tan bien que había salido todo al comienzo… Tenía que ser una cosa rápida; en dos días teníamos que estar disfrutando de la guita. Para colmo Charly se está poniendo pelotudo, empieza a hacer comentarios negativos y contagia al resto. No lo aguanto más. Habíamos quedado que iba a hacer de campana, pero ahora se cree que hizo todo, cuando la verdad es que Moneda y la Peti estuvieron al frente; es cierto, con mi dirección y planificación.

Tengo que pensar qué carajo hacer. Se está poniendo cada día más complicado esto. Qué hijo de puta el padre, se hace el boludo para no pagar, para pagar menos, qué pijotero. Es el hijo… Le gusta más la guita que la vida de su hijo. Tengo que estar tranquilo y sereno, porque si no se va a ir todo a la mierda y la yuta nos va a encontrar.

«Moneda»

Y ahora no nos quieren garpar. El viejo del pendejo es un hijo de puta. Para mí que se hace el boludo y nos va a cagar. No sé qué puede pasar…Van cuatro días y nada. No nos pagan y se hacen los boludos. Jony empieza a no saber qué hacer. Nos dijo que iba a ser rápido y fácil, que el padre del pendejo tenía mucha guita y que nos iba a dar todo lo que le pidiéramos. La yuta debe estar como loca dando vueltas. No podemos esperar mucho más, voy a hablar con el Jony a ver qué piensa hacer. Así no podemos aguantar más.

«La Peti»

Estoy cagada, porque no se soluciona la cosa y seguimos con el pendejo acá. Jony dijo que nos iban a pagar, pero que el padre era duro negociando, que era un hijo de puta y que le importaba más la guita que su hijo. No sé cuánto tiempo más vamos a tener que estar en esta casa. Igualmente confío en el Jony; él sabe cómo hacer estas cosas. Ayer se me acercó Charly y me dijo que si no se solucionaba rápido se iba a la mierda, que no le importaba irse sin guita. Me dijo que yo también me tenía que ir, que después iba a ser tarde. No sé… creo que el Jony lo va a conseguir.

3.

«Charly»          

Se acabó. Me voy a la mierda. No está la guita y ya pasaron varios días. Nos van a agarrar los milicos. No me puedo quedar acá. Si los otros se quedan, que se jodan. Pero la plata no aparece y el tiempo pasa. Cuando se haga de noche me voy a la mierda. Les voy a decir que me voy a fijar si está todo tranquilo y me rajo. No sé cómo voy a hacer, pero acá no me puedo quedar. Voy a empezar a caminar para el lado de la ruta a ver qué pasa. Puedo hacer dedo, quizás algún camionero me suba. Creo que a 15 kilómetros había un pueblo. La otra es que vaya para ese lado y después me tome un bondi. Listo, cuando se haga de noche me voy a la mierda.

«Jony»

Ya venció el plazo que le di al padre para pagar y me sigue dando vueltas. Charly se fue a la mierda y los demás están mal. ¡Qué hijo de puta el padre! ¡Flor de garca! Bueno, no hay mucho más que hacer. Salió mal. Lamentablemente no da para más. Habría que dejar al chico en la ruta, que camine y que alguien lo encuentre. Nosotros tenemos que irnos lo más lejos posible, porque la policía debe estar rondando. Le voy a decir a Moneda que busque al chico y que lo deje en la ruta. Ya está, salió mal. Hay que saber perder. Hoy mismo les digo que se terminó todo, que no hay nada más que hacer y que nos guardemos por un tiempo. Nada de teléfonos, de aparecer por donde pueden encontrarnos y esperar un tiempo.

«Moneda»

Seguro que mientras yo lo llevo, Jony se va a la mierda. Le dije que no iba a hacer nada más y que me iba. Que lo hiciera él, que lo único que hace es dar órdenes. Le pregunté directamente: ¿por qué no lo hacés vos? No me dijo nada, se hizo el boludo. Y la Peti, pobrecita, le dijo que ella lo llevaba, que no se preocupe. Jaja, parece que está enamorada… Qué pelotuda se va a inmolar por el Jony, va a quedar pegada. Bueno, que hagan lo que quieran, yo me voy. Es un problema de ellos, que lo dejen libre, después va a haber quilombo. Habría que hacer otra cosa, pero Jony no tiene huevos…

«La Peti»

Pobre Jony, hoy nos juntó y nos dijo que nos cagaron, que la guita no apareció y que el padre del guacho se hizo el boludo para no pagar. Nos dijo que no podíamos hacer nada más, que había que rajar. Le pidió al Moneda que lleve al pendejo a la ruta y que lo libere ahí. El Moneda lo miró y le dijo que no lo iba a hacer, que ya había hecho demasiado y que él (por el Jony) se había equivocado y había hecho todo mal. Me dio lástima el Jony, porque hizo todo lo que pudo, pero el padre del pendejo es un hijo de puta, un cagador. Le dije al Jony que yo me iba a encargar. Pero no le dije que qué voy a hacer. Porque si le digo capaz que no quiere que vaya. No lo voy a dejar en la ruta. No soy boluda. Cuando vayamos caminando para allá lo hago mierda y lo dejo tirado.

Consigna trece Seleccionar una de estas alternativas (“alfa” o “beta”):

Consigna trece alfa: Relatar los hechos ocurridos en la tintorería de La casa de los relojes cambiando el punto de vista. El narrador, en primera persona, puede ser Gervasio Palmo, Nakoto, la maestra, la madre del niño o uno de los invitados a la fiesta. Es necesario instalar al narrador en una situación comunicativa que haga posibles sus palabras (por ejemplo, la madre cuenta a una vecina lo ocurrido, la maestra comenta la carta del niño a otra maestra de la escuela, uno de los invitados declara en la comisaría).

Extensión máxima: dos carillas.

Consigna trece beta: Escribir un relato en primera persona con un narrador deficiente. Las razones por las que el narrador no acaba de comprender los hechos pueden ser diversas. Es posible elegir alguno de los narradores caracterizados abajo o alguna otra variante no consagrada por la tradición.

Extensión máxima: dos carillas.

Por ejemplo:

El narrador tiene alguna falencia o minusvalía: es tonto, loco, carece de algún sentido (es ciego, sordo, etc.).

Es un iletrado, un niño, o pertenece a un mundo cultural muy distinto de aquel al que pertenece lo narrado.

El que narra es un testigo que solo puede referir lo que le han dicho o lo que ha visto.

La falta de comprensión de los hechos narrados se debe al punto de mira u observación del focalizador y a los obstáculos con que se enfrenta su visión. Ejemplo: mira por un agujero en la pared.

Me tienen secuestrado. Tengo mucho miedo de lo que pueda pasar. Hace ya cinco días que me trajeron a este lugar y no me dijeron casi nada. Tampoco sé dónde estoy porque me taparon la cara cuando salía de mi casa y no pude ver casi nada. Creo que me tienen en una villa del Gran Buenos Aires. Como dije, me levantaron en la puerta de mi casa, me vendaron y me subieron a un auto. No me dieron tiempo a nada. Por lo que percibí eran tres hombres. Los primeros momentos intenté recordar cómo era el camino que hacíamos, hacía qué lado doblaban y demás; después fue imposible. Me parece que estamos del otro lado de la General Paz, en una villa.

Había que caminar desde la calle hasta la casa de la villa. Me iban llevando del brazo y casi me caigo. Me pareció escuchar de fondo algo de cumbia. A pesar de tener la cara tapada, pude escuchar que eran tres tipos, los escuché. Por como hicieron todo  deben ser profesionales. Quieren plata, porque me hicieron hablar por teléfono con mi viejo. Querían mostrarle que estaba vivo, que me tenían bien. Mi viejo me dijo que me quedara tranquilo, que lo iba a solucionar.

Pasaron varios días, pero va todo bien. Me parece. Creo que estuvieron negociando y mi viejo les debe haber dado lo que quería. No lo deben haber podido cagar, jaja. ¡Qué boludos, no saben con quién están negociando! Si ellos son profesionales, mi viejo más.   

Hoy escuché algunos ruidos y sonidos como de movimiento de gente. Algo está pasando. Creo que había alguno de los secuestradores que se estaba yendo de la casa. Debe haber ido a buscar el rescate. Claro, ahora, después de cobrar, me van a soltar. Seguro que mi viejo les pagó a estos hijos de puta. Pobre, a mi viejo le gusta mucho la guita, pero yo soy su debilidad. Le deben haber pedido una fortuna…

Ahí me vienen a buscar. Ahora me llevan a algún descampado cerca de la villa y me dejan ahí, pero con suerte en unas horas estoy en casa.

Qué raro, se escucha la voz de una chica. Pensé que eran todos hombres. Seguro que está acompañada por alguno de los secuestradores. Le deben haber pedido que me saque; tal vez es la dueña de la casa. Es más, la deben haber obligado a que los oculte acá y que me cuide.  

Consigna catorce Reescribir el cuento “Las hamacas voladoras” a partir de la expresión “sexto punto”, cambiando el punto de vista. El narrador debe estar en tercera persona y el focalizador puede ser el viejo o alguno de los personajes que están en las hamacas: la chica rubia, el hombre gordo, la vieja del sombrero.

Extensión máxima: dos carillas.

La chica rubia se dio cuenta de que algo no iba bien desde el momento en que empezó a sentir algún que otro mareo producto de las vueltas y giros que daban las hamacas voladoras. Puede sentir la respiración cada vez más agitada del tipo gordo que tiene sentado cerca. Nota que la velocidad aumenta poco a poco, como una tormenta que se va acercando por el horizonte. Pero prefiere quedarse callada.

Al mismo tiempo, entre vuelta y vuelta, ve al chico que dirige la máquina y no le gusta nada la expresión de su cara: parece desencajado, hipnotizado, moviendo las manivelas de un lado a otro con un frenesí casi demoníaco. Empieza a escuchar de sus compañeros de juego algunos pequeños quejidos que denotan preocupación. Las risas y chistes que inauguraron el juego ahora brillan por su ausencia.

La mirada del joven que manejaba las hamacas la asusta. En realidad, no es su mirada; es la mueca que hace, casi imperceptible, de disfrute. Es eso. Lo inunda un extraño gozo al mover las manijas de la máquina. Puede ver, también, cómo relojea de soslayo al boletero, con esa misma mueca sardónica. El boletero, un señor viejo con mala cara, mira de reojo al muchacho con una expresión cada vez más hostil y feroz. Hay una tensión entre ambos que es indisimulable.

Las vueltas de la máquina son cada vez más fuertes y la chica hace un esfuerzo para agarrarse de la baranda. Cuando se lo permiten las vueltas, observa al joven y al viejo en su disputa silenciosa. El viejo parece decidido a frenar al joven y a la máquina y se le acerca con un cinturón en la mano. Es ahí cuando la rubia se da cuenta de que hay algo fuera de lo normal, que algo está mal. Justo en ese instante se oye un ruido sordo de cadenas y la velocidad de las hamacas aumenta peligrosamente.

En este punto las risas dejan paso al miedo. La chica escucha a alguien que pide auxilio tímidamente, como quien no quiere. Se da cuenta que el joven conductor está fuera de control, como la máquina. Se da cuenta, también, que el viejo intenta pararlo pegándole con un cinturón. Pero el joven sigue embelesado, como endemoniado, moviendo las palancas de aquí para allá mientras los golpes del viejo se hacen más fuertes. En tanto, el ruido del motor es ensordecedor y se mezcla con los aullidos de terror de sus compañeros de juego.

En esos momentos, la chica rubia cree ver que el tipo gordo sale despedido de la hamaca y escucha un ruido espantoso de algo que choca contra el piso. A lo lejos alcanza a ver unos uniformes de color azul que se acercan a toda velocidad hacia la máquina.

Copyright©Alejandro

Septiembre, 2023.  Todos los derechos reservados por su autor

Nota: las correcciones finales de los textos estuvieron a cargo de su autor.    

1 comentario en “(TIEL) Módulo VI Focalización”

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