Consigna siete Elija dos de las imágenes, escriba dos textos independientes que instalen una mirada sospechosa (extensión máxima: media carilla).

Imagen 3
El aire de mar me hace bien, me despierta. Solo me queda remar un poco más adentro y tirarlo. No podía aguantar más. Esa carita me llevaba al pasado, al engaño, a la mentira. Era insoportable cada vez que lo veía jugar, divertirse. Y todo en silencio, haciéndome el boludo. Claro que la gente del pueblo murmuraba; algunos iban más allá y se reían cuando me miraban. Todo eso se acabó.

Imagen 4
Claudia camina resuelta hacia la casa donde todo ocurrió hace tiempo. Vestida y maquillada para la ocasión, ha pensado largamente en lo que va a hacer. A pesar de todo, realmente esperaba este momento, lo deseaba. Tantas veces lo planificó y llevó a cabo mentalmente y ahora está ahí. «Mantener la calma», se dice. Ayer había simulado acceder a sus escarceos en el bar, en el mismo bar. El tiempo, el maquillaje y un corte de pelo distinto habían evitado que la reconociera. Tenía la misma cara de hijo de puta, de pajero, de pervertido. «Concentrate», se dice. Tiene miedo de delatarse y de echar todo a perder. Toca el timbre del departamento y una voz empalagosa que intenta ser seductora le dice que ya baja. Compone su mejor sonrisa cuando le abren la puerta y le dan un sonoro beso en la mejilla derecha.
Consigna ocho Optar por una de las dos consignas (“alfa” o “beta”) que se proponen a continuación. (Extensión máxima: entre 1 ½ y 2 carillas.)
Ocho beta Escribir un relato a partir de uno de los casos narrados por Enrique Sdrech en la entrevista inicial (el de la mujer atropellada por un tren luego de ser asaltada en un yuyal, el de los amantes baleados en Quilmes o el del hombre hallado muerto entre los hierros retorcidos de un auto).
El llamado telefónico se recibió a las 3:30 de la madrugada en la guardia del Hospital Vélez Sarsfield. Daba cuenta de un choque con una persona herida entre los hierros retorcidos de un auto preparado para correr picadas, un muchacho joven en estado desesperante. Trabajaba en el lugar la comisaría de la zona, los bomberos y el SAME. En la misma comunicación también informaron que la ambulancia estaba en camino y que debían preparar todo para recibir al herido en la guardia del hospital.
En el Hospital Vélez Sarsfield, el médico jefe de guardia, el Dr. Zirella, con aire cansado e indiferente, le dice al enfermero que lo acompañaba rumbo a la entrada que seguramente el joven había estado corriendo picadas. La cercanía del hospital con la General Paz, la autopista Perito Moreno y la Avenida Gaona lo hacían un hospital expuesto a recibir heridos por picadas de autos los fines de semana. Además, Zirella era del barrio, conocía la zona.
El Dr. Zirella había pedido el pase del Hospital Pirovano al Hospital Vélez Sarsfield seis meses atrás, pero recién se lo habían concedido hacía una semana. Esta era su primera guardia durante un fin de semana en ese nosocomio. Cuando llegó la ambulancia, el Dr. Zirella ya estaba esperando al paciente con el enfermero en la entrada de guardia. Apenas lo vio se dio cuenta de que sería muy difícil que ese muchacho sobreviviera. Estaba inconsciente y presentaba un aspecto realmente muy malo.
El parte del médico de la ambulancia del SAME, a quien Zirella conocía por sus años en el Hospital Pirovano, le confirmó su pronóstico. Le explicó que habían llegado antes que la policía y los bomberos a raíz de un llamado anónimo que había avisado del accidente casi al mismo tiempo en que había sucedido, seguramente alguien de un vehículo que había visto el trágico suceso. Y ni bien los bomberos lo sacaron de los hierros retorcidos de un Fiat Uno negro preparado para correr picadas, lo subieron inmediatamente a la ambulancia rumbo al hospital.
Una vez en quirófano, el Dr. Zirella procedió a atender al herido. Viéndose solo en el cuarto, tomó la cabeza del muchacho y verificó lo que le habían avisado una hora antes: el disparo en la nuca había sido ejecutado a la perfección. Firmó el certificado de defunción dejando constancia que la causa de muerte había sido un paro cardiorrespiratorio provocado por las heridas del accidente automovilístico y se fue a descansar. Suspiró largamente y se dijo que esa noche por fin dormiría tranquilo después de seis meses; por fin su mujer, muerta en una picada de autos en la Avenida Rivadavia, podía descansar tranquila.
Copyright©Alejandro
Junio, 2023. Todos los derechos reservados por su autor
Nota: las correcciones finales de los textos estuvieron a cargo de su autor.