Consigna quince Seleccionar una de estas alternativas, alfa, beta o gama, y una vez escrita agregarle el punto “delta”. Extensión máxima: 2 carrillas.
Consigna quince alfa. Siguiendo el modelo de los textos anteriormente citados en el módulo, o inventando uno propio, elaborar un diario íntimo fragmentario donde se reescriba en primera persona la historia contenida en alguna crónica periodística, la que se pueda desprender de algún aviso clasificado, o de alguna anécdota personal.
Otra vuelta de tuerca:
Consigna quince delta. Cualquiera haya sido la opción elegida, agregar al texto una nota a pie de página firmada por El Editor, o un prólogo, o un relato, que le sirva de marco como en el inicio de “Loco” y justifique su publicación.
Prólogo
Por fin encontré la caja que pertenecía a mi bisabuelo italiano y que tenía algunos documentos y recuerdos suyos. Espero que sirva para aclarar sus orígenes y para poder tramitar la ciudadanía italiana.
La historia de mi bisabuelo paterno era borrosa y plagada de espacios en blanco. Originario del norte de Italia, había quedado huérfano de muy chico. Casado con Paula Palacios, los recuerdos familiares lo señalan como un tipo parco y huraño que se enfermó de cáncer de intestino y que murió a fines de noviembre de 1943.
En la caja fueron desfilando recortes de diarios de la época que hablaban de agricultura, libros de jardinería comidos por la humedad y algunos cuadernos con anotaciones sobre plantas y jardines. En uno de los cuadernos encontré una página en la que se leía “Diario” y debajo “3 de julio de 1943”. Decía así:
3 de julio de 1943
Acabo de volver del médico y no me animo a hablar con Paula. Malas noticias. Tengo cáncer en el intestino. Aparentemente es muy grave.
15 de agosto de 1943
Siento que me queda poco. El tiempo se me desdibuja, se confunden los momentos de mi vida y se mezclan unos con otros.
16 de agosto de 1943
Me asaltan recuerdos de mi infancia en Azzate. Estoy en un campo con girasoles y entre risas de niños siento los rayos de sol que me cubren amorosamente. Miro para arriba y veo un cielo prístino y celeste que no se acaba más. Tal vez sean los recuerdos más lindos de mi vida.
17 de agosto de 1943
Aniversario de San Martín. Ahora tocan los recuerdos tristes: gente que me abraza llorando, mi mamá sentada en una silla y vestida de negro. Más tarde me veo en la puerta de una casa. Mi madre está arriba de un carro con una valija de cuero muy vieja y me mira con una dulzura inenarrable mientras me coloca una medalla de la Virgen: media sonrisa, ojos llorosos y un ademán tímido de su mano derecha despidiéndose. Alguien habla de médicos, de una tos que no cede y de un viaje a un hospital de la ciudad.
20 de agosto de 1943
La enfermedad me hace volver en el tiempo. Me veo llegando a la Argentina con una pequeña valija donde caben todas mis miserias y mis sueños. El barco Nord América está repleto de gente de todas las edades. Gente sucia y hacinada.
25 de agosto de 1943
Más dolores. Me atacan fantasmas del pasado. Estoy recién llegado y voy a la Plata a ver a mi tío Raimondo que vive con su esposa Chiara (mucho más joven que él) y sus dos hijos de 5 y 8 años. Mi tío me deja vivir con ellos y me da trabajo en su chacra de Gonnet. Nos enamoramos con Chiara. Mi tío se entera de la doble traición, discusiones, gritos y una pelea con cuchillos que lamentablemente gano. Es como si estuviera ahí: Chiara llora al marido muerto y engañado, mientras su hijo mayor, Francesco, me mira aterrado.
1 de septiembre de 1943
Estoy cada vez peor. Recuerdos de la cárcel y del stud donde trabajaba en el Bajo Belgrano donde conocí a los hermanos de Paula.
13 de octubre de 1943
Más fantasmas. Ahora tocan el timbre y me dicen que afuera hay un señor muy parecido a mí, que me quiere ver. Decía que era “un primo”. A los gritos digo que no tengo familia, que se vaya. No tengo la valentía de ver esa cara nuevamente.
27 de noviembre de 1943
Vino el cura del barrio y Paula me obligó a recibirlo. Estoy en cama. Me confesó en italiano y me dio los sacramentos. Le conté lo que había pasado con Chiara y que había matado a mi tío. Me dijo que Dios me perdonaba y lloré amargamente en su hombro. Después me quedé dormido y soñé que corría por un campo lleno de girasoles con un cielo celeste bajo el sol del mediodía mientras mis padres me miraban sonrientes.
Esto fue lo que encontré en esa vieja caja. Palabras llenas de historia, de vida, de muerte. Siento que pude completar algunas piezas que le faltaban a los relatos y entender un poco más la historia familiar, mi historia familiar. En realidad, la historia del bisabuelo italiano que hablaba poco y ocultaba mucho.
Agustín Gerónimo Nardelli.
PROTOCOLO DE ESCRITURA
Consignar de manera cronológica, día por día, los problemas y dificultades que se fueron presentando a lo largo de la escritura como así también las soluciones encontradas en cada caso.
Hacer una evaluación sucinta de los logros alcanzados y de aquellos aspectos que no se hayan podido resolver satisfactoriamente, dando a conocer los motivos de ello.
PROTOCOLO del tallerista
Día 1
Pienso las ventajas y desventajas de elegir las opciones dadas. Creo que la opción quince alfa puede ser la más adecuada. Me interesa escribir un diario sobre algún episodio familiar, vinculado a una anécdota personal. No tengo claro qué elegir; aunque me sobrevuela algo, prefiero no decirlo por ahora.
Día 2
Espero que las ideas se aclaren un poco. Por ahora algo solo hay algo muy tenue y difuso. Oscuro.
Día 3
Empieza a aclararse la cosa. Hago el esfuerzo de recordar reuniones familiares, de ver fotos viejas, rememorar menciones, comentarios y anécdotas. Si bien hay varias personas y situaciones dando vueltas, emerge entre todos un personaje oscuro, olvidado, quizás maldito en la familia: uno de mis bisabuelos paternos.
Día 4
Hoy me desperté pensando en mi bisabuelo Gerónimo Nardelli, a quien por supuesto no conocí, ya que murió en 1943. Vino de Italia solo, a los veinte años (o al menos eso se cree). Alguien dijo que había entrado de polizón a la Argentina. Hay quienes aventuran un pasado carcelario; otros, más benignos o más ingenuos, una carrera sacerdotal trunca. Despreciado por casi toda la familia paterna y materna por sus orígenes poco patricios. Creo que ahora sí vamos bien.
Día 5
La decisión está tomada. El personaje central va a ser Gerónimo Nardelli, el jardinero (otro motivo de desprecio) italiano. Tiene varias ventajas: una vida poco conocida por nosotros (sus descendientes) y un aura de personaje maldito y ocultado por la familia.
Consigna dieciséis
a. Usted es Emilio Renzi y le envía una carta* a Bartolomé Marconi en la que critica la actitud que tuvo con respecto a las cartas de la mujer fea. Renzi, como buen intelectual enmarca su comentario en un tema más amplio: la relación vida/literatura.
b. Como en un juego de cajas chinas, incluir esta carta dentro de un relato que explique la necesidad de la publicación de la mencionada carta. (Extensión máxima 3 carillas).
Acerca de la relación entre la escritura y la vida
En primer lugar, quiero agradecer la convocatoria de la organización de este Congreso Argentino de Literatura para realizar esta ponencia. Intentaré limitarme al tiempo otorgado por la organización.
Admito que el tema elegido no es novedoso; es más, en este mismo auditorio hemos escuchado ayer una ponencia que tocó el tema. Sin embargo, respetuosamente, creo que ese abordaje ha enfocado el tema de un modo erróneo. En efecto, se ha sostenido de forma más o menos explícita, la necesidad de haber pasado por ciertas experiencias o haber vivido en determinados lugares para escribir sobre ello. Es decir, de nuevo se pone como un requisito ineludible para escribir la existencia de una comunidad entre vida y literatura.
Como adelanté, mi posición va en sentido contrario de lo dicho ayer. Me explico mejor: ¿acaso la descripción del Barrio Latino en París que hace un escritor que nunca ha estado allí, no puede ser más precisa o real que el propio Barrio Latino? Pues yo creo que sí. Y esto es porque la imaginación del escritor puede agregar miradas y enfoques que el propio escenario (en este caso el Barrio Latino) no refleja a primera vista. En síntesis, el escritor puede captar la esencia de ese lugar y así mostrarlo de un modo más real y preciso de cómo lo vemos.
Si bien el enfoque que el escritor le da a ese lugar en su obra no deja de ser una realidad alternativa, paralela, pasada por el prisma de su vida y diferente, puede ser más real al captarlo en su esencia. Repito, por más que nunca haya estado ahí.
La escritura, decía un autor, “es el lugar donde los borradores de la vida son posibles”. De esa manera podemos describir lo que no hemos visto, podemos vivir lo que no hemos vivido o podemos ser lo que no hemos sido. Esa es, entiendo, una de las grandes virtudes de la literatura: darnos la posibilidad de vivir otra vida totalmente diferente a la que vivimos.
Pero hay más. En la misma línea, también creo que a veces la literatura puede servir como un bálsamo, un refugio donde podemos encontrar paz, aunque sea por algunos minutos. A veces puede ser una especie de prótesis que sirve como sustituto de una carencia que sufrimos. Para decirlo de otro modo: lo que escribimos nos puede completar.
Los desafío a que me digan si acaso no podemos considerar amigos o hermanos a ciertos escritores cuya obra hemos leído y a los cuales nunca hemos conocido ¿No podemos considerarnos almas gemelas de algunos escritores a los que llevamos toda una vida leyendo? Humildemente entiendo que sí. Y acá también se ve que no es necesaria esa unión entre vida y literatura…
Para ilustrar mejor mi razonamiento, me parece útil leer una carta que hace un tiempo le escribí al poeta y novelista Bartolomé Marconi, y que se enmarca en una discusión epistolar con motivo de este tema y de su extraña relación con una mujer, costurera de ocupación, que en sus ratos libres se dedicaba a escribir literatura de calidad.
Transcripción:
Estimado Bartolomé:
Envío la respuesta a tu última carta donde me narras las circunstancias y peripecias que giraron en derredor a tu extraña correspondencia con esa mujer a la que calificas de fea, y que, según vos, escribía cosas de gran valor literario.
Mencionas que esa mujer se dedicaba habitualmente a tareas de costurería y que, en sus ratos libres, escribía diversas cosas que, a tu entender, casaban poco con una costurera de pueblo.
No comparto esas aseveraciones. Tus afirmaciones están llenas de envidia. En efecto, afirmar que la literatura “sólo puede construirse con la trama de la vida” resulta cuanto menos aventurado. Pienso en algunos autores que relatan y describen ciertos paisajes con muchísima exactitud y precisión a pesar de que nunca han pisado esos lugares (creo que Foster, el escritor de “Pasaje a la India”, nunca estuvo en ese país). Y eso es porque su sensibilidad especial le permite captar la esencia del lugar que describen, sin necesidad de haber estado allí.
Tal vez la mujer a la que haces alusión tiene esa sensibilidad tan fina que muchos tullidos poseen. Ahora bien, cabe preguntarse lo siguiente: ¿si no padeciera esa fealdad, podría escribir con la sensibilidad que lo hace? ¿No es posible que esa misma fealdad le conceda, quizás como una compensación divina, un don?
Pienso que justamente esa fealdad puede ser el aguijón que la obliga a escribir, a salir de ese cuerpo infame por medio de la literatura. Es decir, la literatura como vehículo de sublimación, de liberación, de catarsis.
Si es como dices, en esas cartas, esa mujer de extrema fealdad ofrece y protagoniza una vida paralela, donde sus defectos físicos son superados y sublimados. Vive otra vida, mucho más amigable, que la que le toca vivir diariamente como una oscura costurera de pueblo. En ellas, me refiero en esas vidas paralelas que la literatura le concede como una gracia especial, puede posar para Miguel Angel en la Italia del Renacimiento o ser una cortesana de María Antonieta en el París del siglo XVIII. Humildemente esta es la respuesta a tu pregunta acerca de si un escritor tiene que construir su obra en base a su propia vida.
Ahí reside, entiendo, tu error. En pasar por alto esa posibilidad que la escritura le da a esta pobre mujer. Espero que esta misiva ayude a cambiar tu opinión sobre ese vínculo tan discutible y extraño que existe entre la escritura y la vida.
Afectuosamente.
Tu amigo, Emilio Renzi.
Aquí termina la carta que quería leerles.
Hasta acá llega mi humilde aporte al Congreso de Literatura Argentina. Espero haber ofrecido al menos algunos puntos de interés sobre la temática propuesta y quedo abierto a las preguntas e inquietudes del auditorio. Muchas gracias.
Copyright©Alejandro
Junio, 2023. Todos los derechos reservados por su autor
Nota: las correcciones finales de los textos estuvieron a cargo de su autor.