“En cuarenta años de literatura aprendí dos o tres cosas más, pero, por decirlo así, son de orden moral. Por ejemplo: corregir encarnizadamente un texto no es una tarea retórica o estilística, es un trabajo espiritual. Paul Valéry ya habló de la ética de la forma: corregir es una empresa espiritual de rectificación de uno mismo.
Hay palabras y palabras. Borges, una noche de 1983, me contó que detestaba “Hombre de la esquina rosada” porque en ese cuento había escrito la palabra ‛cuchillón’ ”.
(En SER ESCRITOR, de Abelardo Castillo, capítulo “La ética de la forma»)
Lic. Patricia Tarallo
La Argamasa, agosto 2023